Adormecido y envuelto en una espesa niebla, el amanecer se abre paso a marcha lenta, lo que hace que el paisaje desprenda un halo de misterio y fascinación, mientras vamos descubriendo los cientos de islotes de formaciones cársticas salpicados de una espesa vegetación que se refleja en el mar, adquiriendo este un tono verdoso.
Cuenta la leyenda que el Emperador del Jade ordenó a un dragón que le ayudase a frenar la invasión china proveniente del mar. El dragón bajó del cielo escupiendo trozos de jade que destruyeron los barcos enemigos, formándose con los trozos de estas piedras preciosas los islotes cársticos que existen actualmente, mientras que con su cola serpenteante abría la tierra con profundos surcos, que al contacto con el mar se inundaban. Los más viejos de la zona, los hombres de mar, aseguran que el poderoso y protector dragón sigue viviendo en el fondo de la Bahía.
Miembro de Adictos a la Naturaleza
